Lo que nos llevó a terapia fue que tras un año y medio de relación me sentía frustrada porque nuestras relaciones sexuales no eran satisfactorias. Él nunca daba el primer paso para mantener relaciones y tenía disfunciones eréctiles. Al principio no me importó y pensé que eran nervios. Después le pedía que diera primeros pasos porque no me sentía deseada. Unos días iba bien, y al poco estábamos igual, o peor. Hablábamos del tema pero él cada vez se sentía más agobiado y entramos en un bucle del que no sabíamos cómo salir.
Aunque yo creía que era él el que tenía que hacer la terapia, nos dijeron que debíamos probar a hacer terapia de pareja. Tras hablar de nosotros y de nuestras experiencias anteriores, empezamos a abordar el problema, aunque los dos queríamos que mejorase no lo conseguíamos. Ya en las primeras visitas salíamos muy contentos, en casa comentábamos la terapia y nos hizo relajarnos más. Nos ayudó a conocernos, nos dio técnicas y ejercicios para fomentar las relaciones sexuales. Pero sobre todo nos llevó al punto más importante: a aceptarnos tal y como éramos cada uno, con sus limitaciones y sus capacidades. Ahora nos sentimos más unidos ya que la terapia ha hecho que nos conozcamos mejor. Estamos muy agradecidos Anna porque supiste entendernos y ayudarnos.