Nunca antes había ido a un psicólogo. Siempre había pensado que no necesitaba una persona externa para ayudarme ya que tengo una muy buena relación con mis padres y amigos. No quería reconocer que no me sentía bien conmigo misma y que por mucho que no hubiera ningún motivo externo por el que estar triste, yo cada día me sentía peor. Elegimos este centro sin referencias previas y muy escépticos ya que no sabíamos si una ayuda externa funcionaría. Desde el primer día Anna Maria me transmitió mucha confianza y fue fácil abrirme y explicarle cómo me sentía. Ella condujo las sesiones y después de unas cuantas visitas empecé a sentirme mejor.
Todo el mundo tiene problemas y no tenemos que tener miedo de esconderlos, tenemos que pedir ayuda. Hoy en día damos por hecho que necesitamos ayudas médicas cuando tenemos una enfermedad o dolor corporal, pero tenemos que darnos cuenta que personas externas con una formación especializada pueden ayudar en otros tipos de dolores.
Es incalculable el valor que tiene saber que tengo una puerta abierta siempre que lo necesito!